
El pasado fin de semana se cumplieron 70 años de la noche de los cristales rotos. El Partido Nacional Socialista aprovecho el asesinato del Embajador alemán en Paris a manos de un alemán de origen judío (la familia de este hombre había denunciado maltrato tras haber sido desplazados a Polonia junto a otros miles de alemanes de origen judío) para poner en marcha la primera parte de su plan de exterminio de la población judía.
El plan estaba orquestado desde hacía mucho tiempo y Hitler estaba al frente de esa operación. Sinagogas, comercios y casa fueron destruidas. Miles de judíos arrestados y deportados a campos de concentración. Más de 200 muertos en las calles de muchas ciudades de Alemania y Austria.
En Alemania han querido recordar estos terribles hechos llevados a cabo por compatriotas de otros tiempos. El objetivo no olvidar lo ocurrido y evitar así que cosas similares vuelvan a ocurrir en un futuro. Se ha rendido homenaje a los judíos muertos en aquellas fechas, así como a los que posteriormente fueron asesinados en los campos de concentración durante años.
Todo esto me lleva a sacar varias conclusiones. La primera. Algo así parece impensable en nuestro país. Cuando se pretende recordar lo ocurrido durante y tras la Guerra Civil hay algunos que saltan como locos diciendo que es algo que no hay que remover y lo único que se provoca es más crispación. Esto nos lleva a pensar que las heridas ni están cerradas ni lo van a estar en bastante tiempo.
Segunda. Todavía hay lugares en el mundo (incluso muy cerca nuestro) en los que algunas personas son perseguidas y acosadas. Sus bienes atacados y, en ocasiones, obligados a salir de sus pueblos y ciudades y establecerse en otros sitios. Las vidas de muchos siguen corriendo serio peligro.
Tercera. La noche de los cristales rotos debe servir para que sectores de la sociedad israelí detengan la persecución sistemática y el exterminio controlado que están haciendo del pueblo palestino. Es muy grave que un pueblo que sufrió un holocausto esté, aunque no todo, haciendo algo “similar” con otro pueblo.
Recordar los errores debe de servirnos para evitarlos en el presente. Es la única forma de lograr un futuro más justo, pacífico y solidario. Y es que todavía seguimos viendo muchos cristales rotos.
El plan estaba orquestado desde hacía mucho tiempo y Hitler estaba al frente de esa operación. Sinagogas, comercios y casa fueron destruidas. Miles de judíos arrestados y deportados a campos de concentración. Más de 200 muertos en las calles de muchas ciudades de Alemania y Austria.
En Alemania han querido recordar estos terribles hechos llevados a cabo por compatriotas de otros tiempos. El objetivo no olvidar lo ocurrido y evitar así que cosas similares vuelvan a ocurrir en un futuro. Se ha rendido homenaje a los judíos muertos en aquellas fechas, así como a los que posteriormente fueron asesinados en los campos de concentración durante años.
Todo esto me lleva a sacar varias conclusiones. La primera. Algo así parece impensable en nuestro país. Cuando se pretende recordar lo ocurrido durante y tras la Guerra Civil hay algunos que saltan como locos diciendo que es algo que no hay que remover y lo único que se provoca es más crispación. Esto nos lleva a pensar que las heridas ni están cerradas ni lo van a estar en bastante tiempo.
Segunda. Todavía hay lugares en el mundo (incluso muy cerca nuestro) en los que algunas personas son perseguidas y acosadas. Sus bienes atacados y, en ocasiones, obligados a salir de sus pueblos y ciudades y establecerse en otros sitios. Las vidas de muchos siguen corriendo serio peligro.
Tercera. La noche de los cristales rotos debe servir para que sectores de la sociedad israelí detengan la persecución sistemática y el exterminio controlado que están haciendo del pueblo palestino. Es muy grave que un pueblo que sufrió un holocausto esté, aunque no todo, haciendo algo “similar” con otro pueblo.
Recordar los errores debe de servirnos para evitarlos en el presente. Es la única forma de lograr un futuro más justo, pacífico y solidario. Y es que todavía seguimos viendo muchos cristales rotos.
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