lunes, 3 de noviembre de 2008

Cada cosa por su nombre.


Este fin de semana he leído varias noticias en la prensa que me han hecho pensar. Una hacía referencia a la aparición en determinados medios de comunicación de EEUU de noticias que pretendían desprestigiar a los candidatos presidenciales. Estas noticias responden a intereses de los lobbys que pretenden influir para que gane su candidato. Esto mismo no nos es ajeno en nuestro país. Todos sabemos diferenciar la ideología de cada grupo y si no, tenemos un problema. En base a sus intereses tratan de una forma u otra las diferentes informaciones.

Otra hacía referencia a la pelea conyugal entre UPN y el PP. Todo por la exigencia de los populares para que el partido de Sanz les apoyara en su no a los presupuestos de Zapatero. Ahora algunos de UPN ya se van al PP y a Sanz ya le salen nuevos competidores con ansias de poder y de imponer sus tesis.

La revista Época publicó recientemente un reportaje en el que se hablaba de una supuesta operación radical en el seno del Athletic Club. Al parecer, la abogada Jone Gorizelaia intenta que algunos jugadores se alineen con las tesis radicales. En dicha información se habla de la supuesta ideología radical de varios de los jugadores. Un intento más de un grupo mediático (¿quizás político?) de desestabilizar y crear confusión y tensión.

El libro “Jesús. Aproximación histórica” de José Antonio Pagola ha sido “retenido”. La Comisión para la Doctrina de la Fe no da su visto bueno a pesar de algunas correcciones del autor y a pesar de contar con el apoyo de parte de la sociedad eclesial. Al parecer los grupos opuestos a Pagola tienen mucho poder y ya se sabe, la Inquisición siempre al lado del más poderoso.

Casualidad que me estoy leyendo un libro de Eduardo Galeano. Se titula “Espejos” y en él da una visión de la historia muy personal y objetiva. En uno de sus relatos Galeano explica como Cicerón hizo una definición para las diferentes categorías laborales en la época romana. Al final del mismo el autor nos dice: “La venta de favores sexuales era una fuente segura de fortuna. También la venta de favores políticos y burocráticos. Ambas actividades llevaban el mismo nombre. Los empresarios de la prostitución y de los profesionales del lobby se llamaban proxenetas.”

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