Hoy es un día raro. No es un lunes normal. Hoy no sólo pesa el volver al maldito trabajo. Hoy algo pesa en la atmósfera sentimental que me rodea. Mi mente esta con esas dos personas que tanto quiero y que tan mal lo están pasando. Ayer me enteré de su situación y fue como si algo me agitara sin compasión y todo quedara descolocado.
Todos llegamos a la vida y mientras somos jóvenes vemos la misma como un juego. Como una suma de aventuras sin peligro de las que disfrutar. Tenemos ganas de arrarsar con todo lo que se nos ponga por delante. Pero llega un momento, no sé si tarde o pronto, dependerá de las personas, en el que nos damos cuenta de que el tema va en serio.
La vida no es algo exacto. Porque las personas no somos exactas. La vida nos va planteando situaciones a las que enfrentarnos. Unas más complicadas que otras. En ocasiones más alegres pero en otros momentos tristes y difíciles.
Y es que la vida solo se vive una vez. Por eso todos buscamos la felicidad. En ocasiones la imaginamos y cuando todo va viento en popa, algo cambia y nos devuelve a lo que parece otro mundo gris que camina paralelo del nuestro. Cuando ese mundo se mezcla con el nuestro o cuando lo vemos de cerca nos damos cuenta de lo que es la vida.
Yo, quizás no hace mucho, he conseguido avanzar en mi vida y alejarme de ese mundo gris que acecha. He sabido darme cuenta de las cosas maravillosas que me rodean y de lo importante que es vivir. Ahora la situación que viven estas personas me sirve para mantenerme alerta y ser siempre conciente de las cosas que son importantes.
Pero aunque me situación emocional es muy buena, tengo que reconocer que esto ha sido un palo duro. Sólo espero que todo se solucione. Que todos aquellos que los rodeamos seamos capaces de echar una mano y, a la vez, aplicarnos el cuento en nuestras propias vida.